insultándome de nuevo con tu amanecer,
pálido y gris...
Hoy me muestras un manto de ébano en tu cielo;
parece como si te rieras de mí...
Tú, que no has hecho más que verme nacer;
tú, que me has recluido;
tú que me lo has dado todo,
y me lo has ido quitando...
La ciudad de las Cinco Colinas,
la fortaleza que custodia la tumba de un antiguo paraíso...
Has envejecido, Mastia,
y la cólera de perder tu belleza te hace tirana,
me arrebatas la poca hermosura que, solo a veces,
te dignas a aportar en mi vida...
Sigue envejeciendo, vieja gloria de los romanos...
Yo estaré aquí para ver tu cadáver alejarse
en el mar que tanto llora tu caída...
Y cuando, por fin, haya escapado de tí,
el embrujo caerá sobre mi alma, y diré una y mil veces
cuánto te odié, cuánto te amé...
